naranjú

solamente una vez
me enamoré del verano:
eran las tardes donde
gobernaban las chicharras
bajo el silencio de las doce.
mi hermana y yo esperábamos
en el balcón quemado
la seña de la vecina de enfrente
para cruzar su patio.
esa pelopincho era nuestro
pequeño oasis y
bajo el canto de los bichos
invisibles
éramos sirenas
insaciables.
pero el verano me dolía,
marcaba mi piel sin cuidado,
todo el tiempo
hacía sangrarme de agua dulce
la frente
mientras
la boca se nos pintaba
del naranjú del mismo sabor.
sin embargo
yo creía en el sol
y era feliz mientras las olas
de nuestros ruidos
opacaban ese coro de chicharras
que anunciaba la estación.
lo del verano y mi cuerpo
fue amor
de esos que queman
y resisten bajo los hielos de colores.
de esos que esperan
el llamado de las muecas
para cruzarse de vereda,
de los que resisten
aun en la piel sangrada.
ahora
quema el balcón
e inevitablemente
vuelven sus restos,
aparecen las sirenas
se opacan las chicharras
otra vez,
acá la boca se me hace
de hielo dulce
y me vuelvo a enamorar.
siempre
me termino rindiendo
ante el recuerdo del sol.

FullSizeRender

 

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s