La semana pasada se perdió una gata de la abuela. La Blanca, se fue. Entonces fuimos a las casas de las vecinas para ver si la veíamos en terrazas ajenas. Cuando entramos en lo de Mari, nos presentó a su perrita nueva. Una viejita enana blanca divina, de esas que tienen todos los dientes para afuera. Mari nos dijo que la había encontrado en Ciudadela cruzando la calle, quince días atrás. Le puse Luna porque la encontramos de noche y había una enorme, dijo. Ahí quedó. Ayer mi hermana vio en Facebook la publicación de una chica desesperada buscando a su perra. La foto mostraba una viejita blanca divina con los dientes para afuera. No lo dudamos: mi hermana fue a tocarle la puerta anoche. Mari no dudó en llamar a la dueña. Al rato se encontraron. La perra se llama Luna; ese es su nombre original además del adoptivo. Nosotras seguimos buscando a la gata Blanca. Yo pienso que todo está escrito y que cada cual encontrará a quien busca si cree en el universo. El universo es una gran red social. Todos tenemos amigos en común. Colorín colorado.
